Metodología

Esta investigación partió de dos cuestionamientos: primero, tratar de explicarnos porqué los feminicidios de niñas estaban aumentando año con año y, segundo, qué no está haciendo bien el gobierno en turno, a dos años de entrar en funciones, para proteger a las mujeres en cualquier etapa de su vida.

Punto de partida: Los medios de comunicación cubren solamente que han aumentado los feminicidios de menores de edad en los “últimos años”, basados en informes oficiales. A esto se suma que la nota roja solo cubre el hecho deshumanizado.

Hipótesis: Las políticas públicas no están enfocadas a la prevención del feminicidio infantil; además,  no existen protocolos de protección para los familiares de las víctimas durante la investigación. Las víctimas y los familiares están en estado de desprotección por parte del Estado. Desde el punto de vista social, la sociedad pone mayor “foco de alarma” e indignación en los feminicidios infantiles, pero aun así los normaliza. Los feminicidios hacia menores se caracterizan por una mayor saña y el ataque hacia ellas es más premeditado que hacia las jóvenes y adultas.

Entonces, en un primer momento, además de la investigación documental que marca el periodismo, llegamos a las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y observamos que “sus números” no funcionaban para esta investigación: la información pública no muestra una clasificación de las carpetas de investigación por edad y, además, las fechas en las que realizan sus cortes de cifras tampoco nos eran funcionales. 

Decidimos crear, a partir del método de monitoreo de medios, una base datos que abarcara el tiempo del gobierno de la llamada 4T que nos permitiera identificar cada caso de feminicidio infantil. Entendiéndolo como el de aquellas menores entre los 0 a 17 años y que después dividimos en dos grandes grupos: niñas, 0 a 9 años, y adolescentes, de 10 a 17 años. 

A partir de la construcción de esta base de datos se obtuvieron cruces de relación entre la víctima, su edad, el parentesco con el feminicida, en qué lugares se cometen los crímenes y en dónde abandonan sus cuerpos, así como el móvil del feminicidio. Se identificó el estado, ciudad y colonia en donde ocurren estos feminicidios y a partir de esto, se construyó un mapa interactivo que busca visibilizar e identificar las zonas del país con mayor incidencia de este delito en menores de edad.

Después de tener la base de datos, a partir del monitoreo de medios, identificamos historias que sabíamos que tenían que ser contadas: al corte del 31 de diciembre 2020 eran 165 historias en todo México. Desafortunadamente, hasta este momento, solo pudimos cubrir cinco historias que claramente pueden representar lo que viven las familias de las víctimas, la saña con la que se asesina a las menores, las omisiones en los procedimientos de investigación, entre otras cosas. 

El monitoreo de medios y el mapa con cada feminicidio infantil hallado, más la recuperación de historias, se trabajó a la par de entrevistas, investigación documental y un mapeo de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. 

Esta investigación da pie a seguir construyendo la base de datos a partir del monitoreo de medios y a continuar con la recuperación de historias.

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